El Bicentenario finalmente llegó (¿?) y todos los proyectos que la Concertación tanto planeó pudieron ejecutarse, lamentablemente de la mano del “enemigo” y sumando algunas otras cosas, pero lo grueso del proyecto original se llevó a cabo y el gobierno se regocija en placer por cortar cintitas.
Durante estas fechas lo más importante ha sido mostrar un país que está conectado con la cultura, que la acepta de muy buena gana, que disfruta de ella, en otras palabras una “chusma culta” (puede existir algo así? Lo dudo profundamente), lo cual para las fotos y las futuras generaciones ha quedado muy bien representado, pero es en realidad esto la “fiesta ciudadana” que nos quieren hacer creer?
Creo que no, esto no pasa de ser una utilización del gobierno para crear una pantalla donde todo lo malo quede tapado, cuestión que coincide con nuestra querida Moneda, que no es sino un edificio pantalla, que jamás dejas de ver desde donde te pares, se alinea con el horizonte y queda ahí bien bonito hasta para el fotógrafo menos avezado (bien por ti Toesca). Negar esto y negar los provechos políticos de algo así sería un tanto ingenuo, es por eso que no veo con tan malos ojos la festividad en si, aquello que me incomoda es la mediocridad de esto, porque podemos tapar lo feo con espectáculos impresionantes, que encandilen a la opinión pública, mas lo que hay aquí no pasa de ser una luz de linterna, se inauguran Centros Culturales a medias (GAM), se inauguran Estadios a medias, se reconstruye un país a medias (sino pregúntenle a la gente de Dichato) y en fin… todo es a medias, todo es “en la medida de lo posible” una frase que a los chilenos nos gusta mucho, siempre trabajamos así.
Tenemos la festividad y la disposición de la gente para hacer algo decente, pero no… no se da el paso, nos conformamos con que nos den “la fiesta de la cultura” y punto, de ahí si la cosa es reflexiva da igual, lo que importa es la postal de un país que salta, grita, toma y come como nunca, le ponemos Américo a la gente y con eso se puede saciar la cuota de cultura gubernamental que los estándares internacionales exigen (cuestión que a Chile le importa mucho, pues queremos ser alguien en el mapa).
Creo que perdimos una oportunidad que se presenta literalmente, cada doscientos años.
Diego Parra
Estudiante Teoría e Historia del Arte